La Comunicación Responsable es una forma de concebir y convivir con el mundo desde múltiples dimensiones, en donde el comunicador se atreve a experimentar con otras formas de hacer y decir y es capaz de influir en la organización para replantear su inserción en los entornos en que opera. Esas dimensiones representan niveles de actuación de la Comunicación Responsable.
La primera dimensión es la capacidad comunicativa individual. Comunicarnos no es un proceso inercial sino una competencia en desarrollo que tiene diferentes grados de madurez, cada uno de nosotros debe delinear planes de mejora que nos lleven a ser el comunicador que se requiere en cada una de las interacciones en las que participamos en los espacios de convivencia personal y profesional. Más asertividad, claridad, respeto al otro, entendimiento, mayor capacidad para colaborar y dirimir conflictos de distinta índole. Un mejor comunicador, una mejor persona.
La segunda dimensión de actuación corresponde a lo grupal. La capacidad desarrollada en lo individual cuenta para esta dimensión, aunque no es suficiente, debemos repensar la forma en que los equipos se coordinan y para ello diseñar una comunicación capaz de rendir cuentas de sus formas y resultados. Es imperativo porque en muchas organizaciones se incorporan nuevas formas de management, de trabajo, entornos de trabajo, tecnologías. Mayor participación, empoderamiento, retos de coordinación del trabajo individual y colectivo, nuevos liderazgos. Mayor responsabilidad de y en la comunicación.
La tercera dimensión corresponde a la organización. La comunicación estratégica avanza hacia un posicionamiento como impulsor de alta valía. Las áreas de comunicación viven una metamorfosis continua, aunque no necesariamente garantía de que la inercia o la antigüedad per se, los llevará a ser estratégicos. Aunque se avanza y se debe capitalizar el momentum.
Rumbo a lo estratégico, se dan al menos 3 condiciones:
Es importante gestionar la Comunicación Responsable como (a) proceso permanente de intervención, un intercambio sistemático de promesas y cumplimientos, acciones y reacciones, de preguntas y respuestas, dudas y certidumbres; (b) articulación continua de actos de justicia que buscan vencer la mentira, verdades a medias, noticias falsas, injusticia, cinismo, mediocridad; (c) basada en estándares éticos: honesta, transparente y justa, como elementos sine qua non; (d) modelo de hacer y decir, pero también de escuchar y dialogar, corregir y proponer, disentir y acordar, y (e) una forma de ser mejores, en lo individual, en familia, el trabajo, con amigos y con extraños. Una forma de ser para las organizaciones, así de simple, una forma de ser responsables y que ser y hacer tengan la fuerza permanente para hablar por sí mismos.
*Artículo publicado en el Monográfico de Comunicación Responsable de Corresponsables.