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Carlos Cerdán, director de RSC y Sostenibilidad de RSM, habla con Corresponsables sobre su trayectoria en el mundo de la responsabilidad social corporativa  y la sosteniblidad, así como sobre las políticas de su empresa en estas materias.

¿Podrías explicarnos cómo llegaste al mundo de la responsabilidad social, que recuerdas de los inicios, como estaba la responsabilidad social en España y en tu organización?

Para darte respuesta sobre cómo llegué a este mundo de la responsabilidad social corporativa, es importante volver 25 años atrás para entender las razones de las decisiones que he ido tomando a lo largo del tiempo.

Desde pequeño me gusta la naturaleza, de hecho, me levantaba a las 6 de la mañana para pasear con unos gatos salvajes que tenían mis padres en una casa cerca de Barcelona y me iba alrededor de 4 o 5 horas a pasear con ellos, con lo cual me viene bastante de lejos ese amor por la naturaleza. Por ello, y para entender qué podía hacer para proteger la naturaleza, decidí cursar la Licenciatura de Ciencias Ambientales, y es ahí es cuando me di cuenta de que se llamaba Ciencias Ambientales, pero, en realidad, en las propias asignaturas había un componente social muy fuerte, ya que preocuparse por el medio ambiente sin preocuparse de la parte social es un sinsentido. Por supuesto, en ese momento el concepto de sostenibilidad como tal no era tan famoso ni tan utilizado como lo es ahora.

Una vez finalicé la licenciatura, decidí trabajar en un grupo de investigación en cambio climático y análisis del ciclo de vida, en el que aprendí muchísimo desde el punto de vista técnico, sobre cómo llevar a cabo este tipo de proyectos.

Transcurridos unos años decidí avanzar en mi carrera y cursar un master específico más estratégico en responsabilidad social corporativa y gestión de empresa, ya que lo que pretendía era redirigir mi carrera hacia la consultoría, y para ello necesitaba entender cómo y en base a qué se toman las decisiones a las compañías. Creía que el cambio debía venir con un enfoque top-down: los órganos de gobierno son los que deben impulsar el cambio en el que los empleados deben conjugar y apoyar, como estamos viendo en numerosas iniciativas, para avanzar hacia un modelo más sostenible. Una vez finalicé el máster, me incorporé a una firma de auditoría y consultoría, en la cual empecé a asesorar a compañías en el proceso de integración de la sostenibilidad en las estrategias de diferentes compañías.

En ese momento la responsabilidad social corporativa estaba, en general, bastante verde (y no precisamente por tener el objetivo de proteger el medio ambiente ). Por supuesto, es necesario  diferenciar entre empresas grandes y pymes ya que la velocidad era, y de hecho lo es todavía, diferente. Las empresas grandes y especialmente cotizadas, sobre todo por los requerimientos de inversores y el acceso a capital, y otras por convicción, que también las hay, y cada vez más, estaban bastante comprometidas con la sostenibilidad. Quizá el cambio es que estaban muy enfocadas en preparar e informar sobre indicadores de desempeño más que en el impacto producido por la actividad, un elemento que ha evolucionado bastante estos últimos años.

Respecto a las PYMES, yo diría que nos encontrábamos de todo, empresas muy comprometidas, mientras que otras, por no entender el concepto de sostenibilidad o incluso las repercusiones del mismo, no eran conscientes o capaces de interiorizar los conceptos.

Por supuesto, encontrábamos empresas muy convencidas en el tema y otras no tanto, pero tampoco era un tema de compromiso ni siquiera, sino que el contexto era otro, la sensibilización y el conocimiento del impacto del ser humano en el entorno era menor. Y ahora nos encontramos en un contexto totalmente diferente que; ahora se pondría a considerar que la sostenibilidad se ha convertido en trending topic. 

¿Cómo ha evolucionado la estrategia de responsabilidad social de las organizaciones en estos años hasta la actualidad y cuáles son las principales líneas de actuación que llevan a cabo?

Permíteme hacer un símil con la naturaleza. Yo creo que en algunas compañías, plantear una estrategia de sostenibilidad era como ponerse a nadar contra corriente o contra una ola; que dependiendo de cada compañía tenía una altura mayor o menor.  O era como ponerse frente a una estampida de ñus o cebras cuyo objetivo único era huir y llegar a un sitio seguro. Ese sitio seguro, para las empresas, se podría considerar que era alcanzar una rentabilidad en el corto plazo.

Ahora se afronta de forma distinta, y siguiendo con el símil, ahora nadas a favor de corriente, o te unes a la ola o, incluso, la surfeas para llegar lo más lejos posible. O te unes a la manada, que corre más lenta afianzando y asegurando sus pasos, ocupándote de no dejar a nadie atrás. Además, ello va permitiendo llegar al sitio seguro, a esa rentabilidad a corto plazo, pero con un mayor control del entorno y de los acontecimientos ocurridos hasta llegar a ese objetivo. Lo que da mayor confianza para conseguir un objetivo mayor a más medio-largo plazo. Hemos pasado de una  visión cortoplacista que hasta hace relativamente poco imperaba en las compañías y en la sociedad en general a una visión mucho más medio y largo plazo.

Adicionalmente, como decía también anteriormente, conviene destacar la evolución del concepto. Antes responsabilidad social corporativa (RSC), después sostenibilidad, ahora ESG; Pues bien, salvando las diferencias, pues para mi responsabilidad social corporativa radica más en el desempeño; la sostenibilidad en el impacto, y ESG un concepto un poco más aséptico y más utilizado en el mundo inversor y las finanzas. Creo que las compañías están mucho más sensibilizadas con la sostenibilidad y su impacto. Seguramente, ese compromiso se multiplicó a raíz de la aprobación de la Directiva de Información No Financiera en 2014 y en particular en España a través de la transposición de la Ley 11/2018 de Información No Financiera y Diversidad.

La verdad creo que estamos en el momentum de la sostenibilidad. En bolsa se dice que el método momentum se basa en comprar lo que está subiendo con mayor velocidad, confiando que siga subiendo un poco más. Pues tengo claro que ahora es el momento de incorporar la sostenibilidad a nuestra cartera.

Respecto a las principales líneas de acción, vienen esencialmente derivadas por las novedades y los requerimientos regulatorios, que los hay y muchos, y los habrá más, ya sea el Pacto Verde de la UE para alcanzar la neutralidad de carbono, el Reglamento de la Taxonomía Verde de la UE, la Directiva de Derechos Humanos y Medio Ambiente, la Estrategia sobre Biodiversidad, la estrategia “De la Granja a la Mesa”; es decir, hay existe un vendaval de iniciativas, regulaciones, y novedades de forma continua que nos requieren estar actualizados.

Por otro lado creo que es relevante poner foco en la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, que seguramente es novedad más reciente y mayor impacto de los últimos meses; para mí es un hecho histórico que nos permitirá afrontar un futuro más sostenible e inclusivo, no sin tener en cuenta que se presenta una empresa complicada y retadora que necesitará, por supuesto, la alianza y la colaboración de todos. Es un programa y una ley para todos, el cambio del modelo nos necesita a todos, y nos requiere exprimir nuestros recursos y bondades para mejorar el desempeño de nuestras actividades.

Para todo ello, y me gustaría destacar, lejos de olvidar, la apuesta por la sostenibilidad  en un contexto de pandemia, se ha acabado de desencadenar a través de diferentes hechos e iniciativas. Toda esta situación lamentable que hemos vivido y esta dichosa pandemia, ha hecho que inicialmente pensásemos que la sostenibilidad no iba a llevarse a cabo, pero en realidad ha sido lo contrario. La Unión Europea ha apostado firmemente por la recuperación sostenible y digital. En este sentido, el 27 de abril el gobierno de España presentó el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia que, cito textualmente, “traza la hoja de ruta para la modernización de la economía española, la recuperación del crecimiento económico, la creación de empleo para construcción económica sólida, inclusiva y resiliente tras la covid 19, y para responder a los retos de la próxima década”.

Todo ello se plantea a través de diferentes líneas de acción mencionadas anteriormente; y cito de nuevo textualmente: “Conseguir una España más verde, más digital, más cohesionada desde el punto de vista social y territorial, y más igualitaria. Reorientar el modelo productivo impulsando la transición verde, la descarbonización, la eficiencia energética, el despliegue de energías renovables, la diversificación de la economía, el desarrollo de almacenamiento de energía, la economía circular -muy relevante de estos momentos también-, las soluciones basadas en la naturaleza, todo lo que tiene que ver con la protección de la biodiversidad. Y, en resumen, yo diría la resiliencia de todos los sectores económicos incorporando la sostenibilidad en todos sus modelos productivos.

¿Puedes ponernos algún ejemplo o alguna buena práctica de las organizaciones en estos temas?

Es una pregunta ciertamente difícil de contestar, porque no me gustaría que nos quedáramos con la idea de que las grandes son las buenas. Yo normalmente intento escoger los benchmarking de aquellas compañías con mejores desempeños en analistas o inversores ESG o que están presentes en índices ESG de referencia , pero sin olvidar que no todas las top, están calificadas ni son elegibles para estos índices, por lo que hay muchas empresas que tienen muy buenas prácticas en aspectos concretos y que no son tan reconocidas ni figuran en grandes índices ESG.

Estaré encantado de hablar con cualquier persona que quiera saber más sobre las buenas prácticas, pero más que poner ejemplos, me gustaría destacar que las compañías sostenibles son y serán las ganadoras en el futuro; lo único, que no es poca cosa, que hay que hacer es creer en ello e integrar en el core business la sostenibilidad.

Desde luego se presentan años apasionantes, pero complicados. Pasamos de lo underground y voluntario que era la sostenibilidad, a lo mainstream y, para afrontar ese reto, se necesita el esfuerzo de todos y de alianzas, porque solos es obvio que no lo vamos a lograr.

¿Qué papel tiene para RSM la comunicación de la responsabilidad social y qué destacarías de la misma?

Como firma, RSM estamos apostando muy fuerte por los temas relacionados con RSC. A estos efectos hemos fortalecido el departamento de RSC con la incorporación de varios perfiles especializados en estos temas y  con experiencia en todo tipo de compañías. Nos mueve la voluntad de ayudar a nuestros clientes con este cambio.

Para nosotros la sostenibilidad es el futuro, sin lugar a dudas creemos que sin adaptar los sistemas de gestión con criterios basados en sostenibilidad las compañas van a tener muchas dificultades para adaptarse al futuro que está por venir. Creemos firmemente que las expectativas y necesidades de los grupos de interés deben tenerse en cuenta en cualquier decisión que se tome en el seno de los órganos de gobierno. Creemos que podemos actuar como elemento catalizador del cambio a través del conocimiento y de las capacidades, y creemos que el futuro que nos espera, reitero, es apasionante, pero si no trabajamos todos juntos va a ser difícil que las compañías que tengan convicción y propósito en materia de sostenibilidad, que se puedan unir al carro, unir a ese tren y vayamos avanzando juntos. Obviamente, en este entorno el papel de la comunicación de la RSC adquiere una relevancia muy significativa a efectos de informar a los grupos de interés de las estrategias de la compañía y de como integran sus preocupaciones en las mismas.

Y, además, de esto va la sostenibilidad. No olvidemos, aunque parezca una simpleza, sin gestión no puede haber comunicación.

¿Cuáles crees que son las principales ventajas y beneficios de apostar por la responsabilidad social?

Es una muy buena pregunta. La principal ventaja es que las compañías que integren la responsabilidad social corporativa en el seno de la organización tienen y tendrán mejor desempeño económico y menor exposición al riesgo.

Hemos presenciado en esta época de pandemia que el comportamiento de los fondos de inversión sostenibles ha sido mucho mejor que los índices de referencia o fondos tradicionales. Han demostrado tener mayor resiliencia al impacto de la COVID, porque tener mejor desempeño ESG o tener la capacidad de analizar el impacto del entorno y cómo el entorno impacta en la compañía implica tener, por consecuencia, modelos de gobierno robustos y preventivos de potenciales riesgos. Implica tener diseñados procedimientos para prevenir y mitigar con mayor celeridad los posibles riesgos que se puedan derivar de eventos como la pandemia.

De todos modos, la responsabilidad social debe plantarse como una herramienta de generación de confianza, un intangible que es muy difícil de conseguir, pero muy fácil de perder. Desde la capacidad de gestionar la propia plantilla, atraer y retener el talento, gestionar la relación con los proveedores, prevenir y mitigar el impacto en el medio ambiente o, incluso, alinear la estrategia social con ese espíritu corporativo. Unos empleados que compartan mi cultura empresarial y, para ello, por supuesto, deben conocer y reconocer esa cultura, a través también de las aprobaciones pertinentes de los órganos de gobierno y de su supervisión, mejora la fidelidad y el compromiso. Y eso en consecuencia impulsa la productividad.

Existen numerosos estudios que demuestran que las nuevas generaciones están mucho más sensibilizadas con esa cultura empresarial y lo aplican tanto en el momento de seleccionar un trabajo como en la toma de decisión de compra.

No obstante, como he comentado anteriormente, me atrevería a decir que la principal ventaja, si no se hace por convicción, reitero que según mi punto de vista y basado en todos los tiempos y las estrategias que estamos viendo ahora a nivel europeo, las empresas que no sean capaces de abordar e integrar la sostenibilidad en su cadena de valor, difícilmente tendrán recorrido a largo plazo ya que para empezar tendrán dificultades para acceder al capital y a la financiación.

¿Cuáles son, en tu opinión, los principales errores o las áreas de mejora en torno a la responsabilidad social actualmente y cómo se puede subsanar?

Los principales errores que se comenten son el hecho de intentar parecer, sin convencer, que las empresas son sostenibles y en realidad no lo son. A la larga yo creo que el resultado es el mismo que si no lo aplicas o integras la sostenibilidad o incluso peor. Por dos motivos: primero porque los procesos de verificación son y serán cada vez más exigentes con las auditorías de la Información No Financiera, o de sostenibilidad; el cumplimiento entendido como “cumplo y miento” no será una opción.Y en segundo lugar porque, tarde o temprano, los grupos de interés se darán cuenta de la estafa, permíteme el concepto, por lo que no solamente no querrán formar parte de tu destino empresarial, sino que, a nivel reputacional, acabarán perjudicando a la compañía y, en consecuencia, su desempeño económico.

Estamos en un momento en el que todas las empresas, en mayor o menor medida, están bajo un examen social continuo, cualquier persona en este mundo globalizado tiene acceso a eventos que puedan ocurrir a miles de kilómetros y eso es bueno si se gestiona bien, pero puede ser nefasto si se gestiona mal para el devenir y la supervivencia de la compañía.

Aún se oye, aunque cada vez menos, en determinados foros que las empresas llevan a cabo políticas de Responsabilidad Social por cosmética o por el conocido como greenwashing. ¿Qué opinas de esto y cómo se puede revertir la situación?

La Unión Europea está haciendo un esfuerzo muy importante para asegurar que el flujo de capital vaya hacia compañías que de verdad sean sostenibles. Y para ello, como he comentado anteriormente, existen diferentes normativas, no entro mucho en detalle, pero el reglamento de taxonomía o la SFDR (Sustainable Finance Disclosure Regulation), que lo que pretenden utilizar un lenguaje común para que las compañías no utilicen indiscriminadamente el concepto adulterando, si me permites, el significado y la honradez que lleva intrínsicamente integrada la sostenibilidad.

Es un reto, sin duda alguna, para que no pierda su significado y valor, pero estoy seguro de que estas normativas se acabarán utilizando y asegurando ese lenguaje común y todos aquellos que crean que el greenwashing es la solución o un parche a su no convicción, acabarán, o bien reformulando su estrategia en principios, valores, etc., o bien desapareciendo. El greenwashing,  tiene poco recorrido. Como decía, no es solamente porque puedan ser descubiertas con las implicaciones reputacionales que ello conlleva, sino porque en realidad no estas integrando bien los riesgos ambientales, sociales y de gobierno en tu toma de decisión, con lo cual, en cierto modo, sigues expuesto. Al final volvemos a lo mismo: si queremos comunicar, tenemos que gestionar.

¿Cómo fometáis en tu compañía la comunicación y el diálogo con vuestros grupos de interés, cómo lo lleváis a cabo y cuáles son las principales buenas prácticas que destacarías?

En la compañía tenemos el compromiso de comunicarnos frecuentemente con los principales grupos de interés, en especial con nuestros empleados que, al final, es el núcleo de la firma y capital que permite seguir evolucionando, así como con nuestros clientes. Tenemos establecido un modelo de relación de confianza, de muy largo plazo, de avanzar conjuntamente, de ser corresponsables en todos los servicios que realizamos y, obviamente, la parte de sostenibilidad. Esta comunicación la realizamos principalmente mediante encuestas de clima laboral y encuestas de satisfacción a los clientes. Obviamente de los resultados de las mismas se derivan acciones de mejora en la relación con los mismos.

Poco a poco se va avanzando y el compromiso viene dado desde la alta dirección. La prueba firme de ese compromiso es también apostar por esta función, por un departamento robusto de liderazgo en materia de responsabilidad social corporativa.

¿Cuáles son, en tu opinión, los retos y desafíos de la responsabilidad social en España y en las organizaciones?

Yo creo que nos encontramos ante diferentes desafíos.

Destacaría, en primer lugar, la estandarización sobre qué y cómo informar. De hecho, la Unión Europea está trabajando en articular un estándar reconocido que permita esa comparabilidad de indicadores, y que facilite la identificación del impacto real de las compañías. Nos encontramos ahora mismo en un oasis de estándares y sistemas de reportes (Global Reporting Intiative, SASB, TCFD, etc). Y lo que pretende la UE precisamente es unificar para que todos los emisores o las compañías tengan claro cómo se tiene que informar para que los inversores y financiadores puedan comparar y tomar decisiones.

Otro reto relevante es el acceso a los fondos de recuperación. Según los datos del Ministerio de Industria, 2.884.713 empresas, de las cuales un 99% son PYMES. Por ello es importante que seamos capaces de trabajar conjuntamente, para que podamos ayudar al máximo a estas compañías para alinear su estrategia con este Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno que se basa en impulsar la sostenibilidad y la digitalización. Es importante asesorar y cooperar para que nuestras compañías puedan acceder a ese capital; estamos en un momento histórico con previsión de recibir los 140.000 millones del fondo del Next Generation de la Unión Europea, pero para ello necesitamos cooperar para utilizar el máximo de los fondos y obtener el mayor impacto posible.

El tercer desafío radica en concienciar y convencer a los órganos de gobierno de las compañías sobre los beneficios reales que aporta integrar la sostenibilidad en los modelos de negocio. Estamos expuestos a una ingente cantidad de información en materia de RSC, Sostenibilidad, ESG o como lo quieran llamar algunos. Creo que los gobiernos, las administraciones y todos los agentes involucrados, económicos, ambientales y sociales, debemos adquirir un rol proactivo, innovador y creativo para dar respuesta a estas demandas. Estamos en una sociedad muy globalizada, muy conectada sobre los potenciales impactos que genera nuestra actividad, por lo que centrar conceptos y clarificar objetivos es clave, porque tenemos que utilizar las mismas reglas de juego, y si las usamos va a ser mucho más fácil concienciar y convencer a todos de que, bajo estas reglas, podemos ser mejorar.

Y finalmente, un reto bastante concreto, que creo que requerirá de muchos esfuerzos conjuntos, será esa neutralidad en carbono a 2050 alineada, con el Pacto Verde y las implicaciones de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética. Muchas empresas nos veremos afectadas, pero no tengo ninguna duda de que vamos a estar a la altura. Ya estamos viendo ese incremento de sensibilización y esas ganas de avanzar por parte de los órganos de gobierno de las compañías, y de esas necesidades de los diferentes empleados de pasar del “cumplo y miento” a la gestión y monitoreo.

Para resumir, todos tenemos cosas que decir y nuestro granito de aportar; si no se hace por convencimiento, se tendrá que hacer por regulación. No esperemos al mazo. No vayamos a juicio. Hagamos las cosas bien y levantemos la mano cuando sea necesario. Todos somos nuevos en esta aventura y, por supuesto, no todas las empresas saldrán en el prime time de la sostenibilidad, pero si conseguimos que todas tengan su cuota de share estaremos en la senda adecuada.

Escucha aquí la entrevista completa con el protatonista:

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Periodista en Corresponsables

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