La comunicación y RSC, de la mano hacia un futuro sostenible y responsable

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Se cumplen 8 años de la aprobación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, una completa hoja de ruta que nos está sirviendo para mitigar los problemas globales más críticos a los que se enfrenta la sociedad actual de cara a 2030.

En este camino, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) han servido de guía para que muchas compañías encuentren su propósito, y ayuden a dar respuesta a algunos de los desafíos a los que el planeta se enfrenta. Algunos de nuestros ODS, por ejemplo, se focalizan, sobre todo, en el hambre y la seguridad alimentaria, la producción y el consumo responsables y, por último, las alianzas para lograr objetivos.   

Aun así, si bien los ODS son una guía para tomar acciones en las causas verdaderamente importantes, se nos puede olvidar el cómo y el por qué comunicarlas. En este sentido, como directora de comunicación y RSC de una empresa líder en su sector no puedo sentirme más próxima a la propuesta de establecer un decimoctavo ODS: potenciar y garantizar una comunicación responsable.

Los ciudadanos viven ‘infoxicados’ de noticias diariamente. Bombardearlos constantemente de información puede generar la percepción de que estamos realizando muchísimas acciones que realmente no tienen ni dirección ni peso. Solo generaremos ruido. En este sentido, considero que comunicar bien las acciones es sinónimo de transparencia, pero debe hacerse de manera rigurosa, coherente y planificada. Pensar en: “¿por qué comunicamos esta acción ahora y no otra?, “¿realmente aportamos algo transmitiendo esto?”.

En el caso de Unilever, esta comunicación rigurosa y responsable se ejerce en el día a día, en todas las decisiones que tomamos como compañía y en todas las acciones que emprendemos con cada una de nuestras marcas, pues está en el centro de nuestro modelo de negocio. Desde nuestros inicios, hemos sido muy conscientes de la importancia de este binomio, comunicación y sostenibilidad, así como de todos los beneficios que trae consigo: no solamente es bueno para el desarrollo de todos nosotros como personas y profesionales, sino también, para el crecimiento sostenible del negocio.

Hace unos años el propósito de sostenibilidad en las empresas parecía una especie de filantropía, un motivo ‘bonito de ser’, cuando realmente se ha demostrado que es una necesidad. La sostenibilidad no es un concepto invariable o estanco, se trata de un valor ligado a la transversalidad y a la innovación, moldeable y vivo. Aunque se trate de un intangible, debe reajustarse y trabajarse de forma constante, como cualquier otro activo de la compañía. De esta manera, que la RSC esté situada en el centro nos ayuda a poder llevar a cabo una comunicación veraz y transparente.

Para ello, la dirección general de la compañía debe apostar por esta estrategia y que se promueva desde todas las áreas. Como empresa de gran consumo y líder en nuestro sector también tenemos la responsabilidad de alinearnos con grupos de interés que compartan los mismos valores y objetivos que nosotros, para poder así comunicarlos.

En cuanto a retos de sostenibilidad se refiere, se nos plantean dos terrenos de juego: la relación que tiene la empresa con el consumidor y el tipo de contacto que tenemos con nuestra competencia, directa e indirecta. Dentro de este paradigma cada empresa debe plantearse qué papel juega en cada partido.

En primer lugar, hemos pasado de contemplar a un consumidor pasivo, al que no le importa comprar un producto u otro o contratar un servicio diferente, a uno activo que puede premiar o castigar a marcas que tienen un compromiso global con el desarrollo sostenible y la ética con los valores personales de cada uno. En el sector de la alimentación en concreto, los consumidores han pasado de reclamar calidad y seguridad en los productos de aquellas marcas que consumen, a demandar alimentación funcional y que, además, las marcas contengan un propósito intrínseco con la sostenibilidad.

Por otro lado, sabemos que, en el mundo de la empresa, la competencia debe ser sana, pues estimula y nos “obliga a innovar”, a no quedarnos estancados en un lugar. Sin embargo, cuando esa competencia se convierte en competitividad se debe poner un límite. Ese límite es la sostenibilidad. Tener en consideración estos dos escenarios son claves para avanzar hacia un futuro mejor.

Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables: ODS18 – Comunicación Responsable.

ObservaRSE
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Periodista en Corresponsables

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