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Concha Iglesias, socia líder de Sostenibilidad y Cambio Climático de Deloitte España, habla con Corresponsables sobre su trayectoria profesional, así como sobre las políticas y buenas prácticas de su organización en materia de responsabilidad social empresarial y sostenibilidad.

¿Podrías empezar hablando de cómo llegaste al mundo de la responsabilidad social, qué recuerdas esos inicios y cómo estaba la responsabilidad social en nuestro país y en tu organización en aquel momento?

Cuando me uní a la Firma en el año 2000, ya estaba ligada profesionalmente al ámbito de la responsabilidad social corporativa. Desde entonces, hemos vivido una evolución muy grande: de pasar de pensar, fundamentalmente, en un aspecto reputacional, de comunicación o, en algunos casos, de filantropía, las compañías, tras hitos regulatorios como la aprobación de Ley de información no financiera de 2018 y el Plan de acción de finanzas sostenibles, pasaron de verdad a actuar y a entender que la responsabilidad social corporativa tiene mucho que decir para ayudar a la evolución del sistema económico empresarial. Diría que han sido años apasionantes, pero que lo mejor está aún por venir.

En esta línea, ¿cómo ha ido evolucionado la estrategia de responsabilidad social de tu organización en estos años hasta la actualidad y cuáles son actualmente las principales líneas de actuación?

A nuestra estrategia de responsabilidad social corporativa la hemos llamado “World Impact”, lo cual ya anticipa cuáles son nuestras reglas de juego: queremos tener un impacto corporativo a nivel mundial, bajo el lema “Make An Impact That Matters”, en cualquier cosa que hacemos. Y tenemos mucha suerte porque contamos con 330.000 profesionales, 330.00 personas que son nuestra mejor carta de presentación. Y con ellos podemos confiar en tener, efectivamente, el mejor impacto en clientes y en la sociedad con lo que hacemos, a través de los distintos grupos de interés.

Mencionaba ese leitmotiv, “Make An Impact That Matters”, pero también es importante mencionar nuestros valores corporativos, porque son los que permiten explicar nuestras cuatro líneas de actuación en la Firma: generosidad, diversidad, excelencia, integridad y compromiso. Y, englobado bajo todo esto, tenemos cuatro palancas clave para nuestra política de responsabilidad social corporativa: WorldClass, WorldClimate, Impact Every Day y ALL IN.

Con la primera, World Class, de manera resumida, nuestro objetivo es impactar y generar oportunidades en el campo educativo, fundamentalmente, en 50 millones de personas en todo el mundo para el 2030, mejorando las habilidades y los conocimientos para ayudar a las personas. Más adelante expondré algunos ejemplos sobre cómo lo hemos hecho en el momento de la pandemia.

El segundo que anticipaba es el WorldClimate. En 2030, tenemos el compromiso de alcanzar emisiones netas cero, involucrando a los 330.000 profesionales para conseguirlo. Y luego, como se hacen las cosas bien hechas, impactando en el día a día, enfocarnos hacia dentro y hacia fuera, todo ello bajo un lazo que es la estrategia de ALL IN, que se basa en los principios de diversidad e inclusión, valores irrefutables de nuestra cultura y que, por tanto, tenían que formar parte de esa política de responsabilidad social corporativa.

¿Nos puedes poner algún ejemplo, alguna buena práctica de tu organización en estos temas?

Son muchos los ejemplos que podría dar, pero voy a exponer uno de cada área. En primer lugar, en el campo medioambiental, hemos logrado reducir considerablemente, ya en el año 2020, las emisiones de dióxido de carbono gracias a acuerdos de compra de electricidad con el certificado de garantía de origen renovable.

En el campo de la economía circular, hemos hecho muchos avances. Hay ejemplos muy prácticos como el hecho de que los vasos de plástico de todas las plantas y las máquinas de vending han sido sustituidos por un set que se les ha facilitado a los empleados de vasos y tazas de cristal. También, nuestros proveedores, que son acreditados, garantizan el reciclaje del papel y certifican toda la cantidad de papel que utilizamos para proponer a su vez que esa cantidad sea cada vez menor y llegar a un punto en el que todo sea reciclado.

En Deloitte creemos que la mejor manera de cambiar las organizaciones es desde los cimientos, por eso nos gusta involucrar en todo a nuestros empleados. Nosotros tenemos, por ejemplo, el reto Urban Mobility Challenge, a través el cual hemos conseguido alcanzar más de 26.000 kilómetros recorridos por empleados de manera sostenible y 8.400 Kg de CO2 ahorrados en movilidad. Diría que son ejemplos concretos de cómo ellos mismos pueden ser parte del cambio. También, a través del voluntariado, que es, precisamente, por donde empezamos en los inicios. Contamos con muchísimos empleados que nos escribían diciéndonos que querían participar de iniciativas colaborativas. Tal como explicaba antes, llevamos una cifra global de inversión de 265 millones de dólares y unas 769.000 horas de voluntariado. Yo creo que, más allá de los números, siempre son buenas referencias para acreditar que, efectivamente, llevamos en esto tiempo.

¿Qué papel tiene para Deloitte la comunicación de la responsabilidad social y qué destacarías de esta comunicación?

La comunicación es clave, sobre todo cuando en palancas estratégicas como esta. La Sostenibilidad debe ser algo que tenemos que trabajar con los grupos de interés, no es algo que debe estructurarse en un despacho de una manera imaginaria, sino que tenemos que comunicarnos con ellos, tenemos que interpretar cuáles son las expectativas, y después comunicarlas bidireccionalmente. Con lo cual diría que para nosotros es crítica, la entendemos como una herramienta transversal imprescindible. Lo que no se comunica no existe.  Con lo cual, para nosotros es una palanca clara para transmitir lo que hacemos. Esto no es impedimento, ya que para comunicar bien lo que tiene que haber son, como explicaba, buenos cimientos, algo que comunicar.

¿Cuáles crees que son las principales ventajas y beneficios de apostar por la responsabilidad social y la sostenibilidad?

Las ventajas son todas, en la medida en que nosotros vemos esto como una palanca estratégica que va a permitir evolucionar el modelo empresarial que necesita nuestro sistema económico, pero que también necesita nuestra sociedad. Para hacer mejores y más felices a la gente que trabaja en las organizaciones, y que perfectamente consiga que evolucionemos hace un modelo descarbonizado, más integrado y socialmente más responsable. Con lo cual, el propio significado te lo dice: generar rentabilidad financiera a largo plazo en las compañías, pero teniendo en cuenta variables que a lo mejor hasta ahora no nos ocupaban tanto, y que son las variables ambientales, sociales y de gobierno.

Considero que es muy buena noticia que el plan de reconstrucción de nuestro país que se encuentra ahora mismo encima de la mesa, el Next Gen, planifica justo sobre pilares sostenibles la reconfiguración de nuestro sistema económico. También todo lo que tiene que ver con lo que los analistas financieros e inversores empiezan a requerir en las compañías: tener una buena calificación como firma, que haya una menor exposición a los riesgos, que exista una mejor gestión, es algo que los analistas ya esperan recibir. Por lo tanto, los beneficios, como decía antes, son estructurales, económicos y de país, pero también son de cumplimiento, de todo lo que los stakeholders, los grupos de interés nos van a pedir.

¿Cuáles son los principales errores, en tu opinión, que siguen cometiendo en torno a la responsabilidad social y cómo se pueden subsanar?

Como responsable de sostenibilidad no me gusta hablar de errores, me gusta siempre hablar más de retos. Además, en este caso hay que ser justo, creo que esto es un concepto que, como decía al principio, lleva evolucionando muchos años y ahora es el gran momento de la oportunidad, la regulación nos está empujando a que así sea. Por tanto, yo creo que los retos son, sobre todo, que todas las compañías se convenzan de verdad de lo importante que es, de la oportunidad que tenemos, que entiendan que es un tema absolutamente de negocio y que, además, si se hace bien, tiene un impacto positivo en esos grupos de interés que mencionábamos. Luego, yo diría que los retos están en anticiparse a la regulación, entenderla, ser comunicativos con los diferentes grupos de interés y entender la oportunidad que tenemos enfrente, y aprovecharla. Porque esto es un reto global, pero centrándonos en España, lo necesitamos más que nunca.

Aunque cada vez menos, aún se oyen algunos foros que las empresas llevan a cabo planes de responsabilidad social por cosmética o por el conocido como greenwashing ¿Qué opinas de esto y cómo se puede revertir esta situación?

Creo que esto es una idea casi ya del pasado. Es verdad que todavía, en algunos casos, aún se puede hablar de una transición, pero la verdad es que, tras la aprobación de la Ley de información no financiera (y podría seguir con un largo etcétera de regulación encima de la mesa que afecta a todas las compañías) se pone de manifiesto su obligación de cumplimiento. Lo ideal sería, como decía con el concepto de los retos, que nos lo creyéramos. Sin embargo, creo que es algo que cada vez más estamos consiguiendo entre todos, y esa es una de las obligaciones de los que nos dedicamos a esto, que efectivamente comuniquemos la importancia que tiene para que todos lo interioricemos; por tanto aquellas compañías que dediquen tiempo, recursos y esfuerzos, lo hagan no por ese concepto del greenwashing sino porque quieren de verdad cumplir con el Acuerdo de París, evolucionar el sistema empresarial y hacer una sociedad económicamente más justa y responsable.

Yo diría que podemos estar tranquilos porque el concepto está evolucionando y, para aquellos que todavía no se lo crean del todo, va a haber mecanismos disuasorios claros por parte del regulador y de los inversores, analistas y grupos de interés que van a poner nota a las compañías y a todos los que nos dedicamos a esto.

¿Como fomentáis desde Deloitte la comunicación y el diálogo con los grupos de interés, cómo lo lleváis a cabo y cuáles son las principales buenas prácticas?

Me gusta que me hagas esa pregunta porque me permite sacar pecho en un aspecto: nosotros fuimos en 2005 la primera firma española de servicios profesionales que publicaba la memoria de responsabilidad corporativa. Creo que esto es una carta de intenciones y es una muestra de responsabilidad. Hay muchas compañías que nos preguntan “a mí esto no me afecta, ¿qué me recomiendas?”, les respondemos que si se lo creen, da igual que no les afecte y que, efectivamente, den el paso adelante como compañía que quiere liderar el mercado en el que opera y que cumpla con todo esto, porque, además de un tema de negocio, es un tema de responsabilidad.

Desde 2005, Deloitte renueva cada año los compromisos con la sociedad y asumimos nuevos retos. Ponía ejemplos antes en la pandemia: si decimos que nuestro leitmotiv de Firma es “Make An Impact That Matters”, hay momentos que llegan y te tienen que hacer reaccionar. Y eso es lo que hicimos.

De una manera estructural, nosotros actualizamos el diálogo con los grupos de interés y lo reportamos a través de una memoria, el “Impact Report”, la última fue publicada en 2019. Ahí estructuramos todo lo que hacemos con cinco capitales principales: para nosotros, uno de los primeros es el talento, esas 330.000 personas, otro crítico es la sociedad, cómo podemos cambiar las comunidades en las que operamos -es una maravilla que al final asesoramos prácticamente a todas las compañías del país, en todos los sectores, de diferentes tamaños, y ahí, a través de los proyectos ya estás teniendo impacto, y además, en las comunidades-, pero también está el capital tecnológico, el capital natural y, obviamente, también el capital del negocio, que es el económico.

¿Cuáles crees que son los retos y desafíos de la RSC en nuestro país?

Terminaré con una visión un poco más inspiradora u holística, pero creo que sí es bueno que se escuchen también aspectos objetivos. Si atendemos al informe publicado por la Universidad de Cambridge, lo que nos dice es que España ocupa la posición número 22 en el ranking de los índices de sostenibilidad, dentro de lo que son los 17 ODS de la Agenda 2030. Si ocupamos el puesto 22 en el ranking, a nadie se le escapa que tenemos recorrido de mejora. Este recorrido de mejora está fundamentalmente asociado a la Acción por el Clima, ODS 13, y al ODS 2, que tiene que ver con el Hambre Cero. Hay que ser positivos, ya que hay muchas cosas donde podemos sacar pecho, como en el ODS de Salud y Bienestar (ODS 3); el de Agua Limpia (ODS 6); el de Trabajo Decente (ODS 8) o en el de Paz, Justicia e Instituciones Sólidas (ODS 16). No perdiéndome en los números, hay dos que son importantes: Clima y Hambre Cero, en los que tenemos que trabajar, más ahora con lo que nos está dejando la pandemia.

Acabando con ese concepto más inspirador, creo firmemente que nos encontramos ante todo un reto estratégico.  De forma similar a como cuando hace años hablábamos de las oportunidades de la digitalización, se presenta ahora el plan “Next Generation”, a través del cual la Unión Europea va a poner mimbres y recursos para recuperar nuestro país. Y los componentes de cohesión, transición ecológica e igualdad, dentro de este plan de reconstrucción, son pilares para hacer proyectos elegibles. Con lo cual, diría que nuestro reto, nuestro gran objetivo, es que los empresarios y líderes de todas las organizaciones, sean públicas o privadas de este país son más necesarios que nunca y deben saber aprovechar el reto que la sostenibilidad les pone encima de la mesa.

Escucha aquí la entrevista completa con la protagonista:

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Periodista en Corresponsables

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