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Entrevista con Andrés Pina, responsable de RSC en Mutualidad de la Abogacía, para hablar sobre sus comienzos en la RSC y la evolución de la misma en su organización y en España en los últimos años.

¿Podrías empezar explicándonos cómo llegaste a este mundo de la RSE y qué recuerdas de esos inicios, cómo estaba la RSE en nuestro país y tu organización en la materia?

Mi carrera profesional siempre ha estado de alguna manera vinculada a la acción e innovación social. Estudié Comunicación Audiovisual y cuando la mayor parte mis compañeros se decantaban por el cine o la televisión, yo me sentía cada vez más atraído por la reputación corporativa, la comunicación empresarial y las relaciones públicas, con un fuerte interés por el activismo y la participación de la ciudadanía en la toma de decisiones de aquellas cuestiones que impactan en nuestro día a día.
Recuerdo que mi primera experiencia profesional fue en Bélgica, tras terminar una estancia Erasmus en Bruselas. Allí trabajé cerca de un año para una ONG cuyo propósito era sensibilizar a la población joven, de la mano de la empresa de retail textil H&M y a través de la música y otras disciplinas artísticas, sobre el VIH y su incidencia en países desarrollados. Tras esta oportunidad, trabajé en diferentes departamentos de comunicación de multinacionales de Francia, Países Bajos o Estados Unidos en las que la RSC ya tenía bastante fuerza, destacando sobre todo los esfuerzos por fomentar la sostenibilidad medioambiental y la acción social.
Hoy me encuentro ante un reto apasionante porque, aunque el área de RSC en la Mutualidad de la Abogacía se creó hace unos años, la gestión responsable se ha convertido en un eje transversal del plan estratégico de nuestra entidad. Estamos trabajando con el compromiso de integrar los aspectos sociales, ambientales, éticos y de buen gobierno en todas nuestras operaciones y en la estrategia corporativa con el objetivo de maximizar el impacto positivo en nuestros grupos de interés.

En esta línea, ¿cómo ha evolucionado la estrategia de RSE de tu organización en estos últimos años hasta la actualidad y cuáles son, actualmente, sus principales líneas de actuación?

La Mutualidad de la Abogacía ha tenido un desarrollo exponencial en materia de RSC. En 2017, por ejemplo, comenzamos a medir nuestras emisiones de CO2 y, por primera vez, calculamos nuestra huella de carbono. Este hito supuso que nuestro compromiso medioambiental no dejara de crecer. Gracias a una serie de medidas encaminadas a la reducción de emisiones, y a la compensación de aquellas que no podemos reducir (por nuestra operativa diaria), en 2020 esperamos ser neutros en carbono. Asimismo, en estos últimos tres años hemos avanzado muchísimo y hemos perfilado una estrategia de RSC con cuatro líneas de actuación que ponen el foco en el buen gobierno y la transparencia, el negocio responsable, la dimensión social, desde una doble perspectiva interna y externa, y, por último, en la sostenibilidad medioambiental.

¿Puedes poner ejemplos, citar buenas prácticas de tu organización en estos temas?

Buen ejemplo de nuestra apuesta estratégica por la RSC es precisamente el reposicionamiento que ha vivido nuestra Fundación a lo largo de este 2020. La Fundación Mutualidad Abogacía nace en 2003 con un propósito meramente asistencial, a través de una red de ayudas económicas dirigidas a mutualistas y sus familias. Dieciocho años después, y coincidiendo con la apuesta transversal por la gestión responsable en Mutualidad de la Abogacía, la Fundación asume un rol protagonista canalizando todas las iniciativas de innovación social dirigidas a los profesionales del Derecho y al conjunto de la sociedad en general. Así, a lo largo de este año hemos trabajado en cuatro pilares de actuación que abarcan el desarrollo del talento jurídico, el fomento de la cultura financiera y del ahorro, el compromiso social y el impulso de la cultura y economía del envejecimiento. Como resultado, cerramos un año repleto de éxitos, en el que hemos lanzado iniciativas como el Lab Emprendimiento Jurídico, la primera iniciativa de incubación de start-ups del sector legal en Europa; el Laboratorio Ahorro y Consumo Responsable, un proyecto de intervención socioeducativa que, a través de la metodología design thinking, tiene por objetivo que los niños y niñas aprendan qué es el consumo responsable, la economía circular o la innovación social; o el Observatorio del Ahorro Familiar junto a la Fundación IE, iniciativa que acaba de publicar el estudio “La resiliencia y vulnerabilidad de los hogares españoles frente al COVID-19”. También hemos consolidado nuestra Escuela de Pensamiento, un think tank interdisciplinar que trabaja para promover una ancianidad digna y que ha suscrito un acuerdo con la Universidad de Barcelona para lanzar la primera Cátedra de Economía del Envejecimiento. Además, la escuela ha publicado su primer trabajo “El envejecimiento como riesgo empresarial” y ha aportado una reflexión de diferentes científicos e intelectuales sobre la crisis provocada por la pandemia del coronavirus a través de un e-book totalmente gratuito.

Por otro lado, Mutualidad de la Abogacía ha sido galardonada por los Premios ASCOM (Asociación Española de Compliance) por nuestro nuevo Código Ético y de Conducta, que presentábamos el pasado mes de junio y que se convertía en el texto más innovador dentro del ámbito de las entidades aseguradoras. En concreto, hemos sido reconocidos dentro de la categoría de empresa por haber acometido un proceso de renovación del Código Ético y de Conducta con la finalidad de adaptarlo a la modernidad del s. XXI.

¿Qué papel tiene la comunicación de la RSE en tu organización y qué destacaría de la misma?

Trabajar en una entidad del sector asegurador nos lleva directamente a pensar en conceptos ligados al cuidado o la protección de nuestros grupos de interés. Es así como la RSC y su comunicación comienzan a tener un papel determinante en la estrategia de la compañía. Precisamente, la comunicación de la Mutualidad de la Abogacía intenta alinearse con las expectativas de todos nuestros stakeholders, y compartir, desde la máxima honestidad y transparencia, aquellas iniciativas de negocio y sociales que mayor interés despiertan entre los mutualistas y otros colectivos cercanos a nuestra actividad.

¿Cuáles son las principales ventajas y beneficios de apostar por la RSE?

Soy un firme defensor de la RSC como herramienta de escucha activa. Apostar por una gestión responsable en el ámbito de la empresa significa tomar en consideración las expectativas de tus grupos de interés. Por ello, toda estrategia de RSC comienza con la identificación de stakeholders, además de un estudio de materialidad o de cuestiones relevantes para dichos públicos. Es imprescindible conocer bien todos los perfiles que interactúan con la compañía, sus intereses, su opinión, su experiencia directa con sus productos y / o servicios, y en definitiva, sus aspiraciones para con la marca. Me atrevería a decir que la RSC, como parte fundamental en la gestión de la reputación corporativa, se ha consolidado como uno de los principales activos intangibles de las empresas, permitiendo no solo establecer un diálogo abierto y cercano a las expectativas de los grupos de interés, sino la posibilidad de integrar de manera sistematizada nuevas necesidades y perspectivas que pueden mejorar la sensibilidad de éstas. De este modo, una compañía responsable se adaptará mejor a los cambios que se producen en su entorno socioeconómico, apuntalando así la sostenibilidad del negocio.

¿Cuáles son, en su opinión, los principales errores que se siguen cometiendo en la actualidad en torno a la RSE y cómo subsanarlos?

Creo que en España todavía existen ciertos problemas ligados a cómo comunicar la RSC, además de que para algunas empresas ser responsable es sinónimo de compromiso social o medioambiental, únicamente. Respecto a la comunicación, se da la paradoja de que muchas compañías presentan resistencias a comunicar su estrategia de RSC, por miedo, tradición o desconocimiento. Y a su vez, existen compañías que siguen utilizando la RSC como herramienta de construcción de imagen, lo cual supone no solo un error conceptual, sino también estratégico porque no apostar por un plan de responsabilidad social integrado en el ADN de la compañía y, por tanto, en su modelo de negocio, es perder una oportunidad única de trabajar en la sostenibilidad de las operaciones, desde una mayor y mejor innovación y desde el diálogo constante con los distintos grupos de interés. La RSC debe aplicarse desde la más absoluta transversalidad y todas y cada una de las áreas deben estar comprometidas con dicha estrategia, sumando al proyecto y cocreando una realidad que, gestionada de una manera correcta, tiende a la horizontalidad y la omnipresencia en las empresas más responsables. Sin lugar a duda, para que todo esto ocurra, es necesario contar con el apoyo directo de la alta dirección y aquí, de nuevo, algunas compañías encuentran sus propias resistencias.

 Aún se oye en determinados foros y personas que las empresas ‘hacen’ RSE por cosmética, por lavado de imagen, porgreenwashing, ¿qué opinas de ello y cómo revertir la situación?

Ante un consumidor cada vez más informado y consciente, no es de extrañar que surjan movimientos o corrientes de opinión que critiquen aquellas estrategias de RSC orientadas a construir imagen de marca y que realmente no están preocupadas ni ocupadas en revertir los impactos negativos que la actividad empresarial pueda generar en el desarrollo de su operación. Cosmética, lavado de imagen… el auge del washing, bien sea verde, o rosa (que también existe para criticar el posicionamiento pro LGTBIQ) dista mucho de la generación de valor compartido a las comunidades en las que la compañía que apuesta por estas campañas de marketing y comunicación está presente. También es cierto que vivimos en un mundo en el que las fake-news, la inmediatez y el escaso tiempo que dedicamos al consumo de la información, la facilidad que nos proporcionan las RRSS para compartir críticas, o la desconexión o desconocimiento que muchas compañías tienen de sus públicos, promueven estas brechas en la reputación de estas, independientemente de que exista un compromiso real con la RSC. Por eso es fundamental doblegar esfuerzos en la comunicación de la RSC y en la transparencia de la información, no como una herramienta de marketing, sino como un ejercicio de responsabilidad y buen gobierno para con los clientes, empleados, inversores, y un largo etcétera de grupos que pueden influir en los resultados económicos de la empresa.

¿Cómo estáis fomentando en tu organización la comunicación y el diálogo con los grupos de interés, cómo lo llevan a cabo y cuáles son las principales buenas prácticas qué destacaría?

Queremos ser una entidad innovadora, cercana y colaborativa, por lo que, con este enfoque, estamos trabajando en una estrategia relacional al más alto nivel, además de implementar mejoras en nuestros canales de comunicación e interacción con nuestros stakeholders. Un ejemplo claro es la revisión constante que aplicamos sobre nuestros canales de comunicación y, sobre todo, la creación del portal de contenidos #TúDefinesTuFuturo, un espacio en el que queremos poner en valor cuestiones relacionadas con la cultura del ahorro, ayudando así a miles de personas a mejorar su planificación financiera, y proporcionándoles diferentes contenidos relacionados con el emprendimiento y la innovación.

Finalmente, ¿cuáles son, en tu opinión, los retos y desafíos de la RSE en nuestro país?

La crisis generada por la COVID-19 ha puesto de manifiesto algunas cuestiones que estaban quedando relegadas en las estrategias internas de RSC de muchas compañías. Hablo indudablemente de conciliación, flexibilidad y teletrabajo. No cabe duda de que esta cuestión ha escalado posiciones entre las prioridades de las áreas de Recursos Humanos hoy por hoy. Sin embargo, hay cuestiones que parecen ya clásicos en el ámbito de la responsabilidad social de nuestro país como es la gestión de la diversidad. España necesita dar un paso adelante en materia de diversidad y trascender (sin dejar de lado) los esfuerzos por asegurar la igualdad de género en las plantillas. Es cierto que nuestro país tiene una realidad cultural diferente a otros de nuestro entorno, pero hay muchos retos en este sentido que todavía son imperceptibles para muchas empresas. Hablamos de diversidad cultural, gestión de riesgos y oportunidades ligadas al envejecimiento de las plantillas, diversidad LGTBIQ y, por supuesto, el talón de Aquiles (en términos de cumplimiento) de muchas empresas: la diversidad funcional. Queda muchísimo por hacer y parece que en este ámbito la empresa, sobre todo las PYMES, sigue relegada intentando dar sus primeros pasos en materia de diversidad y al amparo del marco regulatorio que existe actualmente en España. Además, la integración de los Objetivos de Desarrollo Sostenible ha ido ganado terreno en las estrategias de RSC, pero, sobre todo, de las grandes empresas por lo que, de nuevo, ponemos el foco en cómo las PYMES pueden incorporar la Agenda 2030 en su gestión.

¿Y los retos de tu organización? ¿Cómo los vais a llevar a cabo?

Como mutualidad que gestiona los ahorros de más de 200 mil familias, tenemos el reto y la responsabilidad de velar por los intereses económicos de nuestros mutualistas, apostando por los valores que nos han acompañado desde nuestros inicios: estabilidad, confianza y solidez, además de incorporar la gestión ética y responsable en el centro de nuestra actividad para asegurar la máxima transparencia y una experiencia excelente a nuestros mutualistas. Así, apostamos por un incremento paulatino en nuestra cartera de inversiones socialmente responsables y hemos trabajado en una política que excluye la inversión en ciertas industrias, como la armamentística, las bebidas espirituosas o el tabaco. Esta apuesta por activos ASG nos ayudará a construir una cartera de inversiones cada vez más responsable y con visión de largo plazo, asegurando así la competitividad de nuestros productos de ahorro e inversión. También tenemos, como muchas otras compañías, el reto de la diversidad entre nuestras tareas pendientes, aunque 2021 será un año clave para dar un paso de gigante en cuanto a la diversidad de género y la diversidad funcional se refiere, además de que estamos trabajando en diferentes iniciativas ligadas a la diversidad intergeneracional. Pero si hay algo en lo que Mutualidad de la Abogacía está siendo puntera es en la incorporación de las mejores prácticas que han desarrollado organismos e instituciones nacionales e internacionales en materia de solidaridad, integridad, dignidad, excelencia, transparencia y equidad a través de nuestra norma base, el Código Ético y de Conducta, documento sobre el que se construye nuestra cultura organizativa y de cumplimiento. En el texto abordamos cuestiones tan relevantes como el compromiso corporativo por evitar conductas como la discriminación, consciente o inconsciente, así como los sesgos cognitivos. Además, uno de nuestros retos es garantizar que los procesos automatizados cumplan también con los principios y valores de la Mutualidad de la Abogacía. Por ello, hemos incluido de manera explícita los aspectos relativos a la ética en sistemas de Inteligencia Artificial, todos ellos validados por nuestro Comité de Ética de Inteligencia Artificial, una iniciativa pionera en el sector financiero y asegurador que cuenta con el respaldo de la alta dirección de nuestra entidad y expertos externos de la talla de Nuria Oliver, doctora por el MIT y experta en Inteligencia Artificial.

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Periodista en Corresponsables

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