«Se buscan hombres para viaje peligroso. Salario bajo, frío penetrante, largos meses en la más completa oscuridad, peligro constante, y escasas posibilidades de regresar con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito». Sir Ernest Shackleton.
Cuenta la historia que este es el texto del anuncio publicado en The Times en 1914 con el cual se convocó a la última gran aventura antártica. Fuera como fuera el anuncio, lo que sí es cierto es que recibió nada menos que alrededor de 5.000 solicitudes, pero tan solo 56 formarían parte de las dos tripulaciones que iban a llevar a cabo la misión: la mitad a bordo del Endurance, que llegaría a la Antártida por el mar de Wedell, y la otra mitad a bordo del Aurora, que entraría por el mar de Ross.
Quizás el mejor recordatorio sobre Sir Ernest Shackleton y su semblante como explorador, pero sobre todo como líder y ser humano, la ofreció uno de sus compañeros del Endurance al rememorar el viaje: «…Para la dirección científica, dadme a Scott; para un viaje rápido y eficaz, a Amundsen; pero cuando estéis en una situación desesperada, cuando parezca que no existe una salida, arrodillaos y rezad para que venga Shackleton…«
No estamos en la Antártida, sin embargo, sí somos parte de nuestra propia aventura polar, al poder convertirnos en protagonistas del cambio; que afrontan el reto de la transformación de las corporaciones, que dan solución a retos sociales y responden al desafío de sentar en la misma mesa sociedad y empresa para crear y compartir valor.
Hoy asistimos al fenómeno de Internet, que caracteriza el comienzo del siglo XXI. Su desarrollo espectacular, sin precedentes, ha tenido consecuencias tanto en el aspecto social como en el económico. Formamos parte de una sociedad cada vez más informada (o infoxicada), con más recursos a su disposición y ante un contexto de pesimismo creciente. Esto nos convierte en consumidores y ciudadanos cada vez más exigentes, más conocedores de lo que nos rodea. En una sociedad cambiante, también se demandan nuevas formas de actuación a la empresa. No cabe duda que una de ellas es su compromiso con la sociedad.
Por lo tanto, parece lógico pensar que hablar de comunicación responsable, de modelo de negocio sostenible o de colaboración irá asociado indiscutiblemente al reto, en un momento en el que es esencial afrontar desafíos y crear un entorno competitivo y saludable para todos.
Cristaliza la idea de que la forma en la que hacer posible una sociedad y una empresa más sanas e interdependientes es precisamente aquel que pasa por la colaboración y las alianzas. El sector privado tiene mucho que aportar (no en vano es el principal motor de empleo en el mundo y representa el 90% de la totalidad de puestos de trabajo en los países en desarrollo): productividad, innovación, empleo…
De la misma manera, una sociedad fuerte necesita un tejido empresarial sólido y saludable, capaz de transformar y generar innovación y garantías, que apuesten por el largo plazo. Cada vez es más común oír hablar de la necesidad de crear entornos corporativos pensados para que se genere valor en todos los grupos de interés Eso incluye pensar en la estrategia de forma innovadora y transformar la toma de decisiones en el mundo empresarial. Asimismo, la comunicación y el fomento del diálogo que mantienen las empresas con sus grupos de interés es fundamental para que perciban de forma directa cómo les afectan los retos sociales y a partir de la repercusión que tienen en la estrategia de la compañía sean generadores de valor (compartido).
Los territorios inexplorados, como la Antártida, son escenarios privilegiados. Hoy, empresarios, instituciones, entidades sociales, comunicadores (con más o menos acierto) tenemos nuestra propia Antártida, nuestra oportunidad de ser agentes de cambio, ser capaces de apostar por la conexión entre el progreso social y económico, para sumar el valor social y el empresarial.
Ernest Shackleton planificó lo que sería la más importante expedición polar de la historia hasta ese momento, pero terminó protagonizando la que sería, sin dudas, la mayor experiencia de supervivencia exitosa hasta ese entonces. Hoy más que nunca necesitamos líderes y profesionales que pongan el foco en las personas. El objetivo no es maximizar la utilidad, sino alcanzar el bien común que trasciende el particular de unos y otros. La increíble aventura que nos espera a los profesionales de la comunicación es la de pensar en grande, pasar a la acción y dar paso y voz a las organizaciones que buscan ser excelentes a través de un modelo de negocio responsable.
*Artículo publicado en el Monográfico de Comunicación Responsable de Corresponsables