“Valer y hacerlo saber (bien)” es una máxima de las relaciones públicas aplicable como objetivo legítimo a las personas o profesionales y a las empresas u organizaciones. La confianza, el valor fundamental, es atemporal y podemos (y considero que “debemos”) aprender a potenciarla. Debemos aprender cómo crear más confianza en la sociedad, tanto a título individual como organizativo. Una manera de hacerlo es sabiendo potenciar nuestra marca personal o nuestra marca corporativa.
Hacer las cosas bien, actuar según buenos valores, siendo un ejemplo social, merece que tenga un reconocimiento social. Por ello es tan importante gestionar, desde la honradez y la honestidad, tanto la propia marca personal como la responsabilidad social corporativa. Sobre ésta, no hablo de una minoría de empresas que utilizan vilmente la responsabilidad social corporativa para disimular sus carencias sociales, sino de gran parte o la mayoría de organizaciones que hacen las cosas bien y quieren darlo a conocer. Cada vez más las empresas que trabajan bien comunican en qué contribuyen a la sociedad y en qué se diferencian positivamente del resto. Es un objetivo legítimo que genera buenos valores y transparencia.
¿Y las personas o los profesionales? A menudo muchos profesionales optan por el silencio o la invisibilidad y, en muchos casos también, por intentar conseguir una popularidad que de ninguna manera es equivalente a un posicionamiento social acertado a medio y largo plazos. En definitiva, descuidamos la gestión adecuada de nuestra marca personal, aquello que nos puede aportar empleabilidad o posicionamiento, capacidad, por ejemplo, de atracción de clientes o proyectos.
La marca personal nos identifica. Es la percepción, huella o sello personal que dejamos en los demás. Es nuestra reputación. Es la imagen que los demás tienen de nosotros, lo que los demás sienten o recuerdan cuando oyen o pronuncian nuestro nombre. La principal estrategia en la vida profesional es ser capaz de desarrollar nuestras principales virtudes, aquello que nos distingue del resto y que la sociedad valora. Es preciso gestionar nuestra marca personal, a partir del autoconocimiento, de nuestros valores y de nuestra autenticidad, para potenciarnos o, a veces, sobrevivir en el mercado profesional.
La gestión de la marca personal (o la responsabilidad social corporativa) tal como nosotros la entendemos, no trata de crear imágenes falsas del profesional, sino de ser genuinos, auténticos. Es necesario que nos presentemos y comportemos ante los demás tal como somos, y que mejoremos, eso sí, aquellos aspectos o habilidades que frenan nuestra progresión. Quien tiene una marca personal fuerte o de prestigio, tiene un tesoro; la empresa que es responsable socialmente da ejemplo y tiene también un tesoro. Ella misma es un tesoro, que es bueno que dé a conocer.